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  • Foto del escritorMarissa Galvan

En conjunto, somos fuertes

Este sermón, basado en Efesios 6:10-20, fue predicado por la Rev. Candasu Vernon Cubbage el 25 de agosto de 2024 (Domingo 21 del Tiempo Ordinario).




La lectura de las Escrituras de hoy comienza con Pablo diciendo: «Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza».

 

Fortalézcanse. Me gustaría decir que siempre me siento fortalecida, pero la verdad es que no es así. A veces me siento débil y sospecho que a veces la mayoría de las personas también nos sentimos débiles.

 

A veces nos sentimos físicamente débiles. No tenemos fuerzas para levantar cosas pesadas, ni para afrontar otro proyecto difícil, ni para seguir adelante durante horas o incluso días uno detrás del otro.

 

A veces nos sentimos vulnerables en cuanto a nuestro estado emocional. Podemos estar tristes, asustados/as o simplemente abrumados/as.

 

Cuando Pablo nos insta a fortalecernos en el Señor, nos está llamando a ser fuertes espiritualmente.

 

Sin embargo, a veces nos sentimos espiritualmente débiles, olvidando o no comprendiendo que nuestra fuerza espiritual no proviene de nuestro propio esfuerzo, conocimiento o creencias.


La fuerza espiritual viene directamente de Dios y actúa a través de nosotros. Es el poder de Dios el que nos da fuerza espiritual.

 

Pablo también nos aconseja: Pónganse toda la armadura de Dios para protegerse. Cada pieza de esta armadura nos ayuda a mantenernos fieles a la voluntad de Dios mientras servimos en Su obra.


Pónganse el cinturón de la verdad alrededor de la cintura. Este cinturón sostiene la ropa que cubre nuestro cuerpo, preservando nuestra humildad y mejorando nuestra apariencia ante las demás personas, además de protegernos del frío. También podemos colgar nuestras herramientas del cinturón de la verdad, para estar siempre listos para trabajar.


Pónganse la coraza de la justicia. La coraza es una pieza de metal o cuero que protege nuestro pecho. La justicia significa vivir en una relación correcta con Dios, con otras personas y con toda la creación. Actuamos con justicia cuando vivimos de manera justa, honesta y fiel según las enseñanzas de Dios, y esta justicia protegerá nuestros corazones.

 

Pablo también nos aconseja: Pónganse el calzado adecuado para que nuestros pies estén siempre dispuestos a salir y proclamar el evangelio de la paz.


Sigan aferrándose al escudo de la fe. Nuestra fe es la confianza en Dios y en sus promesas, y nos protege al bloquear los ataques de nuestros enemigos.


Pónganse el casco de la salvación. La salvación es vivir nuestras vidas en la paz de Cristo. El casco de la salvación protege nuestra cabeza, nuestro cerebro y nuestros pensamientos por medio del amor y la gracia de Dios.


Y aférrense a la espada del Espíritu. El Espíritu es la Palabra de Dios y el aliento que da vida a nuestros pulmones. Esta Palabra de Dios es el evangelio de la paz, y por paz no hablamos solo del fin de la guerra, sino del comienzo del Shalom: salud, plenitud, integridad, justicia, y que cada persona tenga lo necesario para vivir. Vivir de esta manera es lo que significa la salvación.

 

Pablo nos recuerda que Dios nos llama a orar continuamente con cada respiración. Respiramos en el Espíritu que nos sostiene y es nuestra única defensa.

 

Oramos por nosotros mismos y por las demás personas, respirando el poder de Dios que nos fortalece y nos impulsa a proclamar las buenas nuevas de salvación a todas las personas, con todo lo que decimos, hacemos y somos.

 

Nuestra oración constante es que nosotros y todas las personas estemos cada vez más de acuerdo con la voluntad y los caminos de Dios.

 

Esta armadura de Dios nos envuelve con la protección total del poder de Dios.

 

Hasta ahora, este pasaje parece hablar de prepararse para la guerra. Parece que nuestro objetivo es tener poder.

 

Sin embargo, este pasaje no se trata realmente de cuán fuerte es el ejército. No se trata de cuán fuerte es cada persona por sí sola. Nos habla de la fuerza que viene directamente de Dios.


Nos habla de confiar y depender de Dios en todas las cosas en la nueva vida que descubrimos y vivimos en Jesucristo.


Brian Peterson escribió: «El armamento espiritual de la iglesia en este texto no es otra cosa que poner en práctica la nueva realidad creada por medio de Cristo».


Este pasaje no trata de cómo cada persona debe ponerse toda la armadura de Dios para que podamos salir y trabajar para Dios individualmente.


Mantenernos firmes no es algo que logremos en soledad. No somos llamados a ser fuertes mediante nuestras propias acciones individuales.

 

Estamos llamados a unirnos como grupo, como iglesia, para ser fuertes. En conjunto, como iglesia, resistimos al mal.


Es como comunidad que nos ponemos las diferentes piezas de la armadura, cada persona según nuestras propias capacidades.

 

Es como comunidad que Dios nos fortalece para proclamar el evangelio de la paz.


Es en nuestra vida en conjunto que proclamamos el evangelio de la paz.

 

Como también escribió Brian Peterson: «Es en nuestra vida en comunidad donde vivimos con amor y paz mutuamente, cantando himnos a Dios, hablando la verdad, perdonándonos mutuamente, y reflejando a Cristo en nuestros hogares y relaciones más cercanas».

 

Pablo nos dice: toda persona en unidad, siguen recibiendo la fortaleza del Señor.


Dios no solo nos da fuerza de una vez y por todas, sino que continúa dándonosla a lo largo de nuestra vida.

 

Recibir la fortaleza del Señor es una búsqueda que dura toda la vida. Nunca terminamos de fortalecernos.

 

Fortalecerse es también un hábito de toda la vida de confiar en Dios y encontrar vida, amor y fortaleza en Dios.

 

Nuestro trabajo no es buscar y encontrar el mal en el mundo y luchar contra él. La iglesia ya es la señal y la promesa de lo que Dios hará por el mundo a través de Cristo.

 

Nuestra batalla no es tanto contra individuos o grupos de personas, sino contra las mentiras, las divisiones, las pretensiones de superioridad y la deshumanización.


Nuestra batalla es en contra de clasificar a las personas en NOSOTROS y ELLOS, en quienes cuentan en este mundo y quienes no cuentan. No hay NOSOTROS y ELLOS, solo está la comunidad y toda persona cuenta.

 

La armadura de Dios nos permite mantenernos firmes y no rendirnos. No nos ponemos la armadura como preparación para atacar. La armadura es defensiva, nos protege mientras vivimos una vida de Shalom.


Sarah Henrick escribió: «Ponernos la armadura de Dios no nos convierte en una comunidad impenetrable que ignora los gritos de las demás personas.

 

No nos hace invulnerables al cambio ni a la predicación de la palabra de Dios pronunciada por otras personas.

 

Nos llama a permanecer alerta y orar por tener palabras sabias.

 

La armadura de Dios nos protege de confundir “permanecer firmes” con “rigidez”.

 

Nos da poder para resistir la manipulación».

 

Así que, una vez más, Dios nos llama a vivir en comunidad mutua y en comunidad con el resto del mundo.

 

Nos esforzamos por ser un ejemplo vivo de shalom, donde toda persona tenga acceso a la salud, la integridad, la comunidad, la equidad, la inclusión, la paz, la justicia y todo lo necesario para prosperar. Esto es a lo que Jesucristo nos llama y lo que nos dio como modelo.

 

Pablo escribió originalmente esta carta a la iglesia de Éfeso. No solo le escribió a un pequeño grupo de personas, sino a toda la iglesia de Éfeso, compuesta por varias congregaciones diferentes.

 

Esta carta sigue siendo válida hoy en día. Pablo anima a las personas a dejar de adorar ídolos y dejar de buscar respuestas mágicas para satisfacer sus propios deseos.

 

Él aconseja a las personas que no se vean a sí mismas como un ejército de Dios enviado para derrotar a sus enemigos, sino como un ejemplo vivo del evangelio de la paz a través de Jesucristo.

 

No es fácil ser un ejemplo vivo de paz. Al menos no es fácil ser un buen ejemplo.

 

Requiere que seamos fuertes, no tanto físicamente fuertes sino espiritualmente fuertes, y eso no es algo que podamos hacer en soledad.

 

Es Dios quien nos da fuerza. Participamos abriéndonos a la oración: pidiendo la ayuda de Dios, buscando su voluntad y su dirección en nuestra vida como comunidad.

 

Aprender y practicar una nueva forma de vida es una tarea difícil. Para lograrlo se necesita toda una vida de aprendizaje y fortalecimiento continuos.

 

Nunca debemos vivir con la expectativa de que debemos intentar hacer esto en soledad. Necesitamos que la comunidad que nos rodea nos ayude, nos anime y discierna en conjunto.

 

Este no es un proyecto individual, es un proyecto de grupo. Es una nueva vida que debe practicarse y perfeccionarse durante toda nuestra vida. Dios la fortalece continuamente para que podamos acoger a otras personas en la comunidad y ser un ejemplo para las demás personas.

 

En unidad podemos ser fuertes en el Señor y en la fuerza del poder de Dios.

 

En unidad seremos fuertes en el Señor y en la fuerza del poder de Dios.

 

En unidad viviremos el evangelio de la paz.

 

AMÉN.

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