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  • Foto del escritorMarissa Galvan

Domingo de Ramos: Valentía

Sermón del 10 de abril de 2022: Abigail Lutz


Les invito a tener una hoja de papel y algo para escribir a mano para usarlos durante el sermón de hoy. Si está en casa y quiere usar un diario o libreta que ya usa para reflexiones, puede hacerlo. También le hemos enviado una página por correo electrónico que puede usar. Si está en la iglesia, tenemos la página y las cosas para escribir disponibles en la parte posterior del santuario.

Hemos llegado al Domingo de Ramos, el inicio de la Semana Santa. El final del tiempo de Cuaresma ya casi está aquí. ¿Parpadearon? ¿Pasó demasiado rápido? ¿Se lo perdieron?


Si has estado aquí en estos domingos… hemos trabajado como iglesia con las disciplinas espirituales: ayunar, orar, escuchar a Dios, practicar la sencillez, y desconectarnos. Tal vez su haya estado recolectando oraciones en tiras de colores en su hogar para hacer cadenas de papel. Tal vez ha estado preparando su corazón, mente y cuerpo a su propia manera. O tal vez las últimas cinco semanas han pasado demasiado rápido como para que se hayan dado cuenta de este tiempo. Lo que sea que este tiempo haya incluido para ustedes, está llegando a su fin.


A veces se habla de la Cuaresma como una temporada de preparación, pero la verdad es que... Ya sea que estemos preparados o no, hasta aquí llegamos.


Me pregunto qué dones han recogido en esta temporada de Cuaresma. ¿Descansaron con la respiración que hemos hecho en la iglesia? ¿Probaron hacer una nueva disciplina espiritual durante la semana? ¿Han estado más conscientes de dónde están más completamente presentes y dónde no?


Esta mañana, antes de explorar una nueva disciplina espiritual, vamos a tomarnos un tiempo para reflexionar intencionalmente sobre esta temporada en el que hemos estado viviendo, en conjunto o individualmente.


Nuestras vidas ocupadas nos facilitan ser pasivos y pasivas. Es posible que no siempre tengamos tiempo y espacio para reflexionar. Tómense un momento ahora para respirar y prestar atención a un regalo que hayan recibido en las últimas 5 semanas durante la Cuaresma. ¿Tal vez pensar en dónde han conocido a Dios que no le habían conocido antes? Tal vez pueden pensar en muchos regalos. Si es así, ¡escríbanlos! Tal vez se les haga difícil pensar en algo. Si ese es el caso, piensen en algo por lo que hayan sentido gratitud. Piensen en dónde han visto a Dios aparecer en esta temporada de Cuaresma y maravíllense con el hecho de que Dios estuvo allí, ya sea que lo supieran en ese momento o no. Voy a darles unos minutos para pensar en esta pregunta y escribir.


“¿Cuál es un regalo que puedo llevarme de estas semanas de Cuaresma?”

Les invito a seguir escribiendo o dibujando según se sientan llamados y llamadas durante el culto. Recibimos mucho durante la adoración. Mientras cantamos o compartimos pedidos de oración, hay oportunidades para responder, pero a menudo no tenemos oportunidades para responder durante ESTA parte del culto. Aprovechen la oportunidad. Garabateeen. Dibujen. Escriban. Oren.


Hoy celebramos el Domingo de Ramos. El pasaje que leímos hoy tiene el título “Entrada triunfal de Jesús a Jerusalén”. Pero voy a sugerir que reconsideremos titularlo, por hoy como, “la valiente entrada de Jesús en Jerusalén”.


Durante las últimas cinco semanas en la iglesia, no solo hemos considerado las disciplinas espirituales, sino que hemos visto ejemplos de la Biblia donde Jesús nos muestra cómo practicarlas.


Hemos visto a Jesús ayunar, orar, escuchar, optar por la sencillez y desconectarse.

Hoy vemos a Jesús entrando valientemente en Jerusalén. En el evangelio de Lucas, Jesús anuncia su muerte y resurrección a los discípulos antes de entrar en Jerusalén.

Esto significa que su entrada a Jerusalén no solo fue triunfal, sino valiente. Jesús sabe hacia dónde se dirige.


Inmediatamente después de su valiente entrada, Jesús llora sobre Jerusalén por su incomprensión. Una vez más, Jesús sabe hacia dónde se dirige.


El evangelio enmarca la entrada con un conocimiento de lo que está por venir. Es por esto que podemos decir que la entrada de Jesús fue valiente.


Los discípulos y la gente que saluda a Jesús en Jerusalén quizás no hayan entendido esto.


Sin embargo, sabemos la historia y vemos lo que está pasando. No celebramos el Domingo de Ramos de forma aislada del resto de la Semana Santa, lo celebramos con el panorama completo en mente.


Y debido a que tenemos todo el cuadro en mente, sabemos que el viaje de Jesús a Jerusalén requirió valentía. Podríamos imaginar la tensión de las emociones que hay en el corazón de Jesús.


Nos estremecemos al pensar en un hombre que una vez fue alabado con “¡bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” pero sabiendo que pronto será colgado en una cruz para morir.


Vivimos en esta tensión. Sabemos que se acerca el Jueves Santo, que se acerca el Viernes Santo, y sí, que ya estamos en Semana Santa. Y aunque sabemos el final, sabemos que todo el viaje tomó valentía.


La entrada de Jesús es un acto de valentía.


Hoy los invito a considerar la valentía como una disciplina espiritual.

Mientras nos preparamos para la celebración de la Pascua, y mientras meditamos sobre esta valiente entrada, les invito a considerar cómo también podemos practicar la valentía.


La semana pasada, Marissa nos recordó que lo que hace que las disciplinas sean “espirituales” es la intención detrás de ellas. Podríamos practicar la valentía en muchos contextos. Pero, ¿cómo podemos convertir la valentía en una experiencia espiritual? ¿Cómo podríamos traer algo sagrado a nuestras experiencias de valentía?

¿Cómo podemos ser intencionales para actuar con valentía? ¿Dónde podríamos necesitar ser valientes? ¿Lo suficientemente valientes como para dejar de hacer o comer algo, orar de una manera nueva, escuchar a Dios, vivir con sencillez, acumular tesoros celestiales, desconectarse de las cosas que quitan vida y, en cambio, conectarse con las cosas que dan vida? ¿Dónde podrían necesitar ser lo suficientemente valientes como para decir "no" o decir "sí"? ¿Necesitan valentía para hacer menos? ¿O la valentía para hacer más? ¿La valentía de hacer espacio para Dios? ¿Hacer espacio para cuidar tu cuerpo? ¿Tu mente? ¿Tu espíritu? ¿Hacer espacio para las demás personas? ¿Necesitan ser lo suficientemente valientes como para descansar? ¿O tal vez necesitas valentía para interceder, para extender la mano? ¿Para hablar? ¿Servir? ¿Valor para hacer frente a la violencia y el sufrimiento?


¿Dónde necesitan ser valientes? La respuesta a esta pregunta será diferente para todas las personas. Pero lo que no diferirá es que cada persona pueda aferrarse al ejemplo de la valentía de Jesús. Y cada persona puede confiar en todos los dones que nos llevaremos de la Cuaresma para capacitarnos para practicar la valentía.


Que nuestras oraciones nos den fortaleza para ser valientes.


Que nuestro escuchar nos guíe hacia dónde y cómo debemos ser valientes.


Que nuestro ayuno nos limpie para que crezca nuestra valentía.


Que la sencillez haga espacio en nuestras vidas, mentes y horarios para actos de valentía.


Y que podamos desconectarnos de cualquier cosa que nos quite la vida y, en su lugar, conectarnos con recursos y relaciones que nos permitan ser valientes y audaces.


Los dejo con otro pregunta para el diario:


“¿Dónde puedo usar la disciplina espiritual de la valentía?”

Oremos:

Querido Dios,

Abre nuestros ojos a los lugares a los que nos estás guiando para que seamos valientes.

Abre nuestros corazones para hacer espacio para que crezca la valentía.

Abre nuestros oídos para escucharte llamar.

Abre nuestras manos para recibir las herramientas que necesitamos.

Y camina a nuestro lado, a dondequiera que Dios nos conduzca. Amén.



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