26 de marzo de 2023
Quinto domingo de Cuaresma (Año A)
¿Quiénes son Doña Aguafiestas e Ígor?
Cuando el comité de discipulado y adoración estaba planificando esta serie de sermones, nos inventamos este título cuando vimos el pasaje para este domingo. Pero, sabiendo que esta es una iglesia intercultural, y que no todo el mundo creció en los Estados Unidos o tuvo contacto con la cultura estadounidense mientras crecían, déjenme explicar un poco sobre estos dos personajes que estamos usando.
Una Doña Aguafiestas o "Debbie Downer" como se le dice en inglés es «una persona negativa o pesimista: una persona que habla solo de los aspectos malos o deprimentes de algo y disminuye el entusiasmo o el placer de las demás personas». [1] Hay un personaje en la televisión estadounidense que se llama Debbie Downer y que se presenta como una presencia cómica dentro de sus escenas. Una de las escenas más famosa de este personaje es el de ella siendo parte de unas vacaciones en Disney World. Imagine a un personaje así yendo al lugar más feliz de la tierra.
Ígor, por otra parte, es un personaje ficticio en los libros de Winnie-the-Pooh de A. A. Milne. Su nombre es una representación onomatopéyica del sonido que hace un burro. Vive en la esquina sureste del Bosque de los Cien Acres, en un área etiquetada como «El lugar sombrío de Ígor: bastante pantanoso y triste». Así que eso nos dice un poco sobre su carácter. Él dice cosas como:
«El cielo finalmente se ha caído. Siempre supe que eso pasaría».
«Gracias por fijarse en mí».
¿Por qué elegimos estos personajes? Porque es posible que nadie en su sano juicio los invite a ningún lado. No a unas vacaciones en Disney. No a nuestras casas. No a una fiesta. No a una cena.
Ni el nombre que le he puesto a Debbie Downer en español la salva. Doña Aguafiestas es una persona que elimina cualquier diversión o regocijo. ¿Quién querría a alguien que pueda ser descrita como arruina veladas o asesina gozos como parte de su cena? ¿O que alguien invitado a su cena invite a una persona así como invitada sorpresa? Pero, eso es precisamente lo que hace Jesús en la segunda parte de la historia que comenzamos a escuchar el domingo pasado.
Los modales de la invitación a la fiesta
Aquí encontramos a Jesús todavía hablando con los fariseos que lo invitaron a cenar. A quienes estaba observando. Los que estaban buscando los mejores lugares en la mesa. Y los que escuchan sus palabras: «Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos, y así serás dichoso. Porque aunque ellos no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos».
Y, como suele ocurrir en los círculos cristianos, una de las personas que participan en la cena escucha las palabras de Jesús y se aferra a la tonalidad etérea y espiritual de la recompensa en la resurrección de los justos y dice: «Dichoso el que participe del banquete en el reino de Dios». ¡Amén! ¡Gloria a Dios!
Este invitado interpreta la declaración de Jesús como una referencia al banquete mesiánico al final de los tiempos.[2] Pero la respuesta de Jesús es reveladora. Sus palabras no son para el final de los tiempos. Sus palabras son para el aquí y el ahora, por lo que responde contando una parábola sobre un hombre que invita a sus amistades a un banquete, solo para escuchar excusas:
Acabo de comprar un terreno, y tengo que ir a verlo. Por favor, discúlpame.
Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Por favor, discúlpame).
Acabo de casarme, así que no puedo asistir.
Y aunque podríamos pensar cosas como lo groseras que son estas personas por dar excusas de último momento, estas son excusas perfectamente buenas que podríamos haber usado en cualquier situación.
He comprado una casa nueva y necesito empezar a trabajar en ella.
¡¡¡Mis padres me regalaron un carro nuevo!!! ¡Qué regalo tan inesperado! Todos vamos a salir a dar una vuelta.
Estoy en mi luna de miel
Como afirma la autora de nuestro estudio de Cuaresma, estas son razones legítimas para perderse el banquete, razones vinculadas a las obligaciones económicas y sociales de una persona. Pero independientemente de la legitimidad de la excusa, una cosa está clara. Imaginar esas mesas vacías enoja sobremanera al anfitrión.[3] E incluso si los invitados han seguido los modales de la cena al enviar sus excusas, el enojo sigue ahí.
El banquete continúa
Sin embargo, en lugar de cancelar el banquete por frustración y esperar a que los invitados que realmente quiere para la cena estén disponibles, él anfitrión elimina los modales de la cena. Él acaba con el orden jerárquico social e invita a su mesa a las personas que nadie quiere invitar: a la gente pobre, manca, coja, y ciega. Invita a la gente desconocida y extraña, a quienes pueden incomodar a las demás personas. Invita a las Doña Aguafiestas y a los Ígor. Él invita a la gente que está de luto, a la que está sufriendo y a quienes están en necesidad. Invita a las personas que abren la puerta a nuevas realidades y a la vida real que existe más allá de los límites de las supuestas riquezas y poder que existen en las cenas.
Kelly Johnson, en un libro llamado The Fear of Beggars dice que a menudo sentimos incomodidad ante las personas que piden limosna porque nos recuerdan la profunda necesidad que reside dentro de cada uno de nosotros y nosotras.[4] John P Burgess lleva esto un poco más allá y dice que, ante Dios, toda persona es pobre, lisiada, coja y ciega. Ninguna persona tiene un derecho inherente a sentarse a la mesa de Cristo. Dios no quita nuestros momentos de debilidad. Al contrario, Dios se hace presente precisamente durante estos momentos.[5]
Y Jesús parece estar diciendo esto a los pseudo fariseos que están tratando de atraparlo en alguna respuesta pecaminosa para poder juzgarlo a él y a su enseñanza. Toda persona es pobre, manca, coja, y ciega. Toda persona está de luto. Todas somos parte de lo extraño y lo inesperado. Entonces, ¿qué derecho tenemos de determinar quién se sienta a la mesa? ¿Qué derecho tenemos de pensarnos superiores? ¿Qué derecho tenemos de no mostrar empatía por quienes son como nosotros y nosotras? ¿Y qué excusa podríamos encontrar o poner para evitar sentarnos en esta mesa, participando de este fabuloso banquete?
Imaginemos la mesa de Cristo
La invitación de la autora del estudio de Cuaresma es imaginar la mesa de Cristo y que nos encontrarnos allí.
Nos encontramos entre las personas que están de duelo y luto, entre las personas que han sufrido pérdidas indescriptibles o han sido abandonadas por sus amores más queridos; entre las que están enojadas porque no han recibido justicia y que se sienten marginadas por un orden social injusto; nos encontramos entre las personas más importantes del reino de Dios, sabiendo que siempre tenemos un lugar si aceptamos la invitación sin dar excusas.[6]
Nos invita a estar entre las Doña Aguafiestas y los Ígor, a entender su dolor como nuestro, a entender sus luchas como nuestras y vivir con una comprensión de la gracia que incluye a todo el mundo en la mesa de Cristo y no solamente a las personas que la sociedad y los «poderes» sienten que se lo merecen. Nos invita a hacer presencia en la mesa cuando, en una conversación, podamos escuchar a Ígor el burro decir: «Después de todo, no puedo quejarme. Tengo a mis amigos».
Y como dice la autora: «Que nuestra mesa sea como en la mesa de Cristo». [7] Amén.
[1] Merriam-Webster dictionary: https://www.merriam-webster.com/dictionary/Debbie%20Downer#:~:text=%3A%20a%20negative%20or%20pessimistic%20person,enthusiasm%20or%20pleasure%20of%20others [2] Raymond Pickett. Feasting on the Gospels--Luke, Volume 2 (p. 212). Presbyterian Publishing Corporation. Kindle Edition. [3] Campbell, Cynthia M.; Coy Fohr, Christine. Meeting Jesus at the Table (p. 54). Presbyterian Publishing. Kindle Edition. [4] Feasting on the Gospels--Luke, Volume 2 (p. 206). Presbyterian Publishing Corporation. Kindle Edition. [5] Feasting on the Gospels--Luke, Volume 2 (p. 206). Presbyterian Publishing Corporation. Kindle Edition [6] Campbell, Cynthia M.; Coy Fohr, Christine. Meeting Jesus at the Table (p. 57). Presbyterian Publishing. Kindle Edition. [7] Campbell, Cynthia M.; Coy Fohr, Christine. Meeting Jesus at the Table (p. 57). Presbyterian Publishing. Kindle Edition.
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