top of page
Buscar
Foto del escritorMarissa Galvan

Fe en acción imparcial

Este sermón, basado en Santiago 2:1-10; 14-17, fue predicado por la Rev. Marissa Galván Valle el 8 de septiembre de 2024  (Domingo 23 del Tiempo Ordinario). Es parte de una serie de sermones sobre el libro de Santiago titulada: «Reflejemos a Cristo en tiempos de desafío».


La hija de la mujer sirofenicia



¿Qué ves en esta pintura? Probablemente la relaciones con el sermón de la niñez sobre Jesús y la mujer valiente. Esta obra, creada por Peter Koenig, se inspira en el relato bíblico que se encuentra en Mateo 15:21-28 y Marcos 7:24-30. En estos pasajes, una mujer le ruega a Jesús que sane a su hija, quien está poseída por un demonio. Al principio, Jesús parece reacio, pues menciona que su misión es principalmente con el pueblo de Israel. Sin embargo, la persistencia y la humildad de la mujer hacen que Jesús elogie su fe y le conceda su petición, sanando a su hija.

 

¿Por qué Jesús parecería reacio o, como se dijo en la historia de la niñez, respondería con dureza a la mujer? Después de todo, Jesús es amor, y nos cuesta imaginarlo respondiendo a alguien con desdén o rechazo. Existen varias interpretaciones de este pasaje.

  • Algunas interpretaciones bíblicas creen que la renuencia inicial de Jesús fue una prueba de la fe y la persistencia de la mujer. Al responder con la metáfora de los hijos y los perritos, Jesús podría haber estado poniendo a prueba si la mujer respondería con humildad y fe.

  • Otras interpretaciones piensan que este encuentro simboliza la expansión de la misión de Jesús más allá de las fronteras de Israel. La aparente renuencia de Jesús reflejaría la creencia predominante de que su misión se concentraba en el pueblo judío. Sin embargo, a través de esta interacción, se revela su compasión por todas las personas, independientemente de su origen étnico, prefigurando así la futura misión hacia la comunidad gentil después de su resurrección.

  • También hay quienes sugieren que la renuencia de Jesús pudo haber sido un momento de enseñanza para sus discípulos. Inicialmente, ellos querían despedir a la mujer, pero, mediante este encuentro, Jesús les muestra el poder de la fe, sin importar el origen étnico o religioso de la persona.

 

Otra interpretación, y es la que quiero que consideren hoy, es que la mujer era cananea o sirofenicia, una extranjera para el pueblo judío. En ese momento, los pueblos judío y cananeo tenían una larga historia de animosidad, y el pueblo judío era visto como el elegido de Dios. En esa época, se entendía que la misión de Jesús estaba dirigida principalmente a Israel. Él dice: «Deja primero que se sacien los hijos, porque no es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos». Esta afirmación, aunque menos explícita en la versión de Marcos, tiene la misma connotación. Los «hijos» son el pueblo de Israel, mientras que la referencia a los «perros» suele interpretarse como una manera dura de referirse al pueblo gentil, quien era considerado fuera de la comunidad del pacto. En el contexto cultural de la época, el pueblo judío veía al pueblo gentil como ritualmente impuro, y esta metáfora refleja la profunda división entre los dos pueblos

 

Normalmente vemos a Jesús como el Hijo divino de Dios, pero en esta historia actúa como un verdadero judío de su tiempo, con todos los prejuicios y parcialidades propios de su cultura. Lo importante, para mí, es que Jesús cambia de opinión. Su respuesta inicial refleja los límites que su sociedad y su religión habían establecido entre judíos y gentiles. Sin embargo, después de presenciar la fe y la persistencia de la mujer, Jesús modifica su enfoque. Aunque el pasaje no dice explícitamente que Jesús tuvo un cambio de parecer en un sentido humano, sus acciones cambian en respuesta a la fe de ella. Esto sugiere a quien lee que la misericordia de Dios no está limitada por barreras humanas como la etnia o la religión. De esta historia, podemos aprender que si Jesús, como ser humano, pudo cambiar su perspectiva, nosotros y nosotras también podemos hacerlo. Con ese cambio, enseña a sus discípulos, incluso cuando ellos no quieren escuchar, que toda persona merece el amor, la compasión y la sanación de Dios.

 

¿Cómo vivimos esta fe que Jesús nos dejó?

Si lo recuerdan, la Carta de Santiago probablemente fue escrita para una comunidad cristiana judía esparcida por todo el Imperio Romano. Este mensaje está dirigido a una comunidad que enfrentaba desafíos tanto internos como externos. Las personas lidiaban con la desigualdad económica, las divisiones internas, la persecución y los dilemas morales. Intentaban reconciliar su fe en Jesús con las realidades sociales del mundo romano, así como con las enseñanzas de la Ley de Moisés, con las que habían crecido. Su fe en Jesús se veía constantemente puesta a prueba por la disparidad económica, las persecuciones de las autoridades judías y del Imperio Romano, y por los malentendidos de las enseñanzas de Jesús, malentendidos que les impedían vivir su fe de manera concreta. Cualquier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia.

 

Por esta razón, Santiago escribe su carta. Le preocupan profundamente estos desafíos y el impacto que tienen en la comunidad creyente. En este pasaje, aborda dos preocupaciones principales: la parcialidad que existe dentro de la comunidad cristiana y la necesidad de tener una fe que se evidencie a través de las obras. Ambas preocupaciones están estrechamente vinculadas y subrayan las implicaciones éticas y prácticas de vivir una fe genuina.

 

Santiago dice: «Hermanos míos, tengan la fe de nuestro glorioso Señor Jesucristo sin hacer distinción de personas».

 

La parcialidad descrita aquí es muy específica, ya que el texto aborda la discriminación económica.


 

Un hombre rico entra en la asamblea con anillos de oro y ropa fina, mientras que un hombre pobre llega con ropa raída y sucia. Al rico se le otorga un asiento de honor, mientras que al pobre se le margina. Esto no es algo nuevo. Emitimos juicios automáticos e involuntarios sobre las personas todo el tiempo. ¡Pensemos en cómo navegamos por la vida basándonos en primeras impresiones! A menudo, estos juicios se conocen como prejuicios inconscientes o implícitos.

 

Prejuicios implícitos

Mahzarin Banaji, una reconocida psicóloga y pionera en el estudio del prejuicio implícito, ha realizado un extenso trabajo sobre cómo estos prejuicios inconscientes dan forma al comportamiento humano y a la toma de decisiones. Ella afirma que:

 

El prejuicio inconsciente está muy extendido y es inevitable: Los prejuicios están influenciados por factores sociales, condicionamientos culturales y experiencias personales. Incluso las personas bien intencionadas, que conscientemente se oponen a la discriminación, pueden albergar prejuicios inconscientes que afectan sus decisiones y acciones.


 

Prejuicio implícito vs. prejuicio explícito: El prejuicio explícito es un prejuicio consciente y deliberado, mientras que el prejuicio implícito involucra actitudes y estereotipos inconscientes. Por ejemplo, una persona puede apoyar conscientemente la igualdad, pero aun así asociar inconscientemente ciertos rasgos negativos con una raza o género en particular. El prejuicio implícito es más generalizado e insidioso porque opera sin que la persona lo perciba. Esto significa que puede influir en las decisiones sin intención ni consciencia.

 

El prejuicio se aprende con el tiempo: Los prejuicios no son innatos, sino que se adquieren del entorno. Desde una edad temprana, las personas absorben estereotipos y normas sociales de los medios, la educación, la familia y la cultura en general. Estas influencias moldean las asociaciones y suposiciones almacenadas en el cerebro, incluso sin que seamos conscientes de ellas.

 

El prejuicio afecta la toma cotidiana de decisiones: Los prejuicios inconscientes pueden influir en la toma de decisiones en una amplia gama de contextos, como la educación, el empleo, la atención médica y la justicia.


 

El cerebro es plástico y los prejuicios pueden cambiar: A pesar de que los prejuicios inconscientes están profundamente arraigados, Banaji sostiene que no son inmutables. El cerebro es plástico, lo que significa que puede adaptarse y reconfigurarse con el tiempo. Al exponernos a diferentes perspectivas y ser intencionales en nuestras acciones inclusivas, podemos reducir el impacto de los prejuicios.


 

Responsabilidad moral de enfrentar los prejuicios: Banaji subraya que las personas tienen la responsabilidad moral de abordar sus prejuicios inconscientes, especialmente cuando estos contribuyen a la injusticia y la desigualdad.

 

Santiago y el favoritismo

Aunque Santiago no conocía estos estudios sobre prejuicios, comprende que el favoritismo hacia la gente rica en detrimento de la gente pobre es incompatible con la fe en Cristo y una violación de la ley de amar al prójimo como a uno mismo.

 

Primero, Santiago afirma que quienes creen en Jesús, quien encarna la misericordia y la justicia perfectas, no deben aferrarse al favoritismo. Mostrar parcialidad denota una mala interpretación del evangelio, que se basa en el amor, la misericordia y la inclusión, especialmente hacia las personas que son marginadas.

 

En segundo lugar, Santiago señala que el favoritismo viola el mandamiento de Jesús, convirtiendo a la persona en transgresora de toda la ley de Moisés. Su preocupación radica en que la gente creyente no está viviendo el mandamiento ético central de amar a su prójimo, especialmente a las personas pobres y marginadas.

 

Curiosamente, Santiago resalta que la gente rica, a quienes muchas personas muestran tanta deferencia, es la misma que les oprime. «¿No los oprimen los ricos, y no son ellos los que los arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que ha sido invocado sobre ustedes?»

 

En español, decimos que cuando alguien muestra una admiración o sumisión excesiva hacia una persona o poder, está «rindiendo culto y pleitesía». ¡Nos parecemos a la subdirectora Gupta en El diario de la princesa, con sus exageradas reverencias!


 

El punto es que vivir el cristianismo —siguiendo los mandamientos de Jesús de amar a Dios y a las demás personas— no es rendir homenaje a nadie más que a Dios. Todas las personas que nos rodean, sin importar su estatus o apariencia, merecen nuestro amor.

 

Preguntas clave para nuestras vidas

Del comentario de Margaret Aymer sobre este pasaje, pueden surgir preguntas que les dejo para reflexionar:

  • ¿Cómo nos llama nuestra fe a tratar a todas las personas por igual, especialmente a aquellas de una clase social, color de piel o país diferente al nuestro?

  • ¿De qué formas podríamos estar mostrando favoritismo, consciente o inconscientemente, contradiciendo el mensaje de amor del evangelio?

  • ¿Cómo abordamos como comunidad de fe los temas de la riqueza y la pobreza? ¿Somos cómplices de sistemas que oprimen a las personas pobres o trabajamos activamente por la justicia? ¿Cómo nos impulsa nuestra fe a enfrentar estas disparidades económicas?

  • ¿Cómo vivimos el mandamiento de amar a nuestro prójimo de manera tangible y práctica?

  • ¿Cómo se manifiesta una fe viva y activa? ¿Cómo pasamos de la palabra a la acción y encarnamos la misericordia y el amor de Dios en el mundo?

 

Este pasaje nos invita a vivir una fe que no sea meramente teórica. Podemos citar toda la Biblia, pero si no la vivimos, nuestra fe está muerta. Una fe viva e imparcial se refleja en cómo tratamos a las demás personas, especialmente a las marginadas. Exige autoexamen, arrepentimiento y un compromiso profundo con la justicia, la misericordia y la acción. Así que recuerden: si Jesús pudo tener un momento de reflexión al decirle a la mujer: «Por causa de lo que has dicho, ve; el demonio ha salido de tu hija», también nuestras actitudes hacia otras personas pueden cambiar. Que Dios nos ayude a lograrlo. Amén.

3 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page